DESCRIPCIÓN:
Bestiales Crímenes de la guarda nazi Hermine Braunsteiner, conocida como la "yegua de Majdanek" . Hermine Braunsteiner nació el 16 de julio de 1919 en Viena. Era la menor de siete hermanos. Cuando, en la primavera de 1938, Adolf Hitler anexionó el Estado Federal de Austria al Reich alemán, Hermine Braunsteiner se encontraba en Inglaterra trabajando como ama de llaves en la casa de un ingeniero estadounidense. Esta anexión fue conocida como el Anschluss.
El Anschluss tuvo lugar en tres días, entre el 11 y el 13 de marzo de 1938. Esta anexión fue apoyada por muchos austriacos, entre los que destacaban los nazis austriacos, quienes lo veían como una oportunidad para la reunificación política, social y cultural con su país hermano, Alemania. Miles de personas acudieron a saludar a Adolf Hitler, considerado el hijo pródigo que regresaba a su patria. Para los aproximadamente 200.000 judíos de Austria, el Anschluss marcó un antes y un después. A partir de la noche del 11 de marzo y durante las semanas siguientes, la violencia se extendió por todo el país. Los nazis austriacos y otros sectores de la población golpearon, atacaron y humillaron a los judíos. Obligaron a estos a fregar las calles, limpiar los baños públicos y realizar ejercicios humillantes. Muchos decidieron intentar salir de Austria, provocando enormes colas en los consulados de toda la ciudad de Viena. Cuando Hitler regresó a Berlín, fue recibido como un héroe.
El Anschluss fue el primer acto de agresión y expansión territorial del régimen nazi alemán.
A pesar de que los dirigentes occidentales consideraron el Anschluss como una invasión, ningún gobierno hizo nada por detener a Hitler, quien, sin oposición alguna, se sintió libre para dar el siguiente paso en su plan de conquistar toda Europa.
Cuando en mayo de 1938 Braunsteiner regresó a Viena, se convirtió en ciudadana alemana.
Por un pequeño sueldo, volvió a trabajar en la fábrica de cerveza, donde había estado poco tiempo antes de marcharse a Inglaterra.
Ya que no pudo cumplir su sueño de ser enfermera, Hermine se inscribió en la oficina de empleo. En esta oficina, encontró un trabajo en una fábrica de municiones situada en Grüneberg, cerca de Berlín, donde empezó a producir balas en agosto de 1938.
De los 16 marcos que ganaba semanalmente, pagaba 5 de alquiler. El resto lo gasta en transporte para ir a trabajar y en mantener a su madre, quien vivía en Viena. Braunsteiner trabajó allí hasta agosto de 1939. Ese mismo año, a la edad de 19 años, solicitó un puesto como supervisora en el campo de concentración de Ravensbrück. La razón principal fue el dinero: ganaba 60 marcos semanales.
Ravensbrück, inaugurado en mayo de 1939, fue el único gran campo para mujeres creado por los nazis. En total, unas 132.000 mujeres de toda Europa pasaron por este campo, incluidas polacas, rusas, judías y gitanas. De todas ellas, más de 92.000 murieron en este centro.
En abril de 1942, Maria Mandel fue ascendida al rango de supervisora senior. Sus funciones incluían pasar lista diariamente, aplicar castigos como palizas y azotes y supervisar las asignaciones de trabajo de las otras guardas. Entre ellas estaba Hermine Braunsteiner. Un desacuerdo con Mandel llevó a Braunsteiner a solicitar un traslado, por lo que, en octubre de 1942, fue reubicada en el campo de concentración de Majdanek, en la Polonia ocupada por los nazis.
Durante toda su existencia, el campo de Majdanek estuvo en construcción.
Entre el 29 de abril de 1942 y el 3 de noviembre de 1943, la gran mayoría de los prisioneros registrados en este centro eran judíos.
En Majdanek también había almacenes de ropa y objetos personales de los judíos, los cuales habían sido robados antes de que éstos fueran deportados a los centros de exterminio de Belzec, Sobibor y Treblinka II.
Hermine trabajaba en esos almacenes, donde supervisaba a las prisioneras que clasificaban y reparaban la ropa. Desde principios de enero de 1943, permaneció en el campo de mujeres de Majdanek, donde se alojaban las prisioneras polacas.
En Majdanek, Braunsteiner demostró su superioridad hacia los prisioneros, pues les trataba de forma cruel e inhumana. Además, aprovechaba cualquier oportunidad para acosar y humillar a las mujeres. Se hizo famosa por sus salvajes ataques de ira y sus rabietas. Las mujeres del campo la describieron como: inhumana, cruel, brutal, sádica y causante de un miedo frenético. No sólo las golpeaba, sino que también las mataba pisoteándolas con sus botas de acero, lo que le valió el apodo de "la yegua pisoteadora".
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