Cristina de Noruega (en nórdico antiguo: Kristín Hákonardóttir, en noruego: Kristina Håkonsdatter; Bergen, 1234 – Sevilla, 1262) fue una princesa noruega e infanta de Castilla. Era hija de los reyes Haakon IV de Noruega y Margarita Skulesdatter. En otoño de 1257 una enorme nave vikinga se hizo a la mar desde el puerto de Tønsberg, cerca de Oslo, hacia España, desembarcando en Normandía (Francia) y cruzando este país hacia España. A bordo, viajaban altos dignatarios del reino noruego, encabezados por el obispo Pedro de Hamar, nobles, damas y un centenar de caballeros, encargados de cuidar un valioso cargamento: oro, plata, pieles preciosas y otros bienes suntuarios, que constituían el ajuar y la dote de la más encumbrada pasajera de la nave, la princesa Cristina Olav, hija del rey Haakon IV Haakonson el Viejo.Debido a las alianzas castellanas y noruegas dentro del Sacro Imperio Romano Germánico, se llevó a cabo el compromiso matrimonial en 1257 de la princesa con el infante Felipe de Castilla, hermano del rey Alfonso X de Castilla, el Sabio, porque dicho matrimonio era conveniente tanto para Alfonso X como para Haakon IV. Primero porque Alfonso X aspiraba a la corona del Sacro Imperio, y de esta forma podía atraerse a su causa al rey noruego Haakon IV.Segundo porque los reinos nórdicos deseaban abrirse cada vez más al resto de Europa y comerciar con ella, y Haakon había emprendido una activa política diplomática y de lazos culturales con otros países. La Nochebuena la celebraron en Burgos en compañía de las monjas del monasterio de las Huelgas. Llegaron a Valladolid, en donde esperaba el rey sabio, a través de Soria, donde enfermó en los alrededores de la Laguna Negra, y Palencia.Tras el matrimonio en la Colegiata de Santa María de Valladolid el 31 de marzo de 1258, la pareja se estableció en Sevilla, donde ya residía el infante. Nunca se recuperó de la enfermedad producida por la distancia que la separaba de su lejano y añorado país y contraída a lo largo del viaje, en tierras sorianas, y posiblemente hizo que la princesa sucumbiera de melancolía, muriendo en 1262 en la capital hispalense sin dejar descendencia.Su marido, que antes de su matrimonio había sido abad de la Colegiata de San Cosme y San Damián de Covarrubias hasta la edad de 21 años y más tarde obispo de Sevilla, hizo enterrar a su esposa en el claustro de la Colegiata de Covarrubias en un sepulcro gótico, de piedra labrada con una arquería de 10 vanos y un friso superior de roleos.Cerca de la tumba cuelga hoy una campana que según la tradición garantiza matrimonio a las chicas que la hagan sonar; y en el exterior se alza desde 1978 una evocadora estatua de bronce del artista noruego Brit Sorensen.En Noruega hay una delicada estatua de Cristina, de aires románticos; en Covarrubias, en los jardines exteriores, frente a la portada del templo, un monumento, siempre con flores, también la recuerda.
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