Citada por diversos cronistas de su tiempo, María de Estrada fue una de las pocas mujeres que luchó junto a las tropas de Hernán Cortes durante la conquista de Tenochtitlán, la capital azteca. Su indudable arrojo y valentía la llevó a empuñar una espada en lugar de permanecer en la retaguardia, a salvo, entre las demás mujeres. Mencionada asimismo entre los fundadores de la ciudad de Puebla, al final su figura se fue desvaneciendo entre las nieblas de la historia.
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